Eduardo Castillo:Al oído
María, señora demis pensamientos
que añoras ysueñas en tierra lejana
en las tardeslímpidas, tras de tu ventana,
como lasprincesas tristes de los cuentos...
Si ya no teacuerdas de que me quisiste,
si por mí norezan tus labios, María,
ni se anubla enllanto tu mirada triste
aterciopelada demelancolía,
acaso estosversos ingenuos -¡quén sabe!-
irán a buscartellorosos de olvido
como una tonadamuy vieja y muy suave
que ni recordamosdónde hemos oído;
como esosperfumes volubles, ligeros,
como esasfragancias ya casi extinguidas
que entre lasredomas de los esencieros
evocan ternezas desaparecidas.
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