Sor Juana Inés dela Cruz: Ya que para pedirme
Ya que paradespedirme,
dulce idolatradodueño,
ni me da licenciael llanto
ni me da lugar eltiempo,
háblente lostristes rasgos,
entre lastimososecos,
de mi tristepluma, nunca
con más justacausa negros.
Y aun ésta tehablará torpe
con las lágrimasque vierto,
porque vaborrando el agua
lo que vadictando el fuego.
Hablar me impidenmis ojos;
y es que seanticipan ellos,
viendo lo que hede decirte,
a decírteloprimero.
Oye la elocuenciamuda
que hay en midolor, sirviendo
los suspiros, depalabras,
las lágrimas, deconceptos.
Mira la fieraborrasca
que pasa en elmar del pecho,
donde zozobran,turbados,
mis confusospensamientos.
Mira cómo ya elvivir
me sirve de afángrosero;
que se avergüenzala vida
de durarme tantotiempo.
Mira la muerte,que esquiva
huye porque ladeseo;
que aun lamuerte, si es buscada,
se quiere subirde precio.
Mira cómo elcuerpo amante,
rendido a tantotormento,
siendo en lodemás cadáver,
sólo en el sentires cuerpo.
Mira cómo el almamisma
aun teme, en suser exento,
que quiera eldolor violar
la inmunidad delo eterno.
En lágrimas ysuspiros
alma y corazón aun tiempo,
aquél seconvierte en agua,
y ésta seresuelve en viento.
Ya no me sirve devida
esta vida queposeo,
sino de condiciónsola
necesaria alsentimiento.
Mas, ¿por quégasto razones
en contar mi penay dejo
de decir lo quees preciso,
por decir lo queestás viendo?
En fin, te vas,¡ay de mi!
Dudosamente lopienso:
pues si esverdad, no estoy viva,
y si viva, no locreo.
¿Posible esque ha de haber día
tan infausto,funesto,
en que sin ver yolas tuyas
esparza sus lucesFebo?
¿Posible esque ha de llegar
el rigor a tansevero,
que no ha dedarle tu vista
a mis pesaresaliento?
¡Ay, mibien, ay prenda mía,
dulce fin de misdeseos!
¿Por qué mellevas el alma,
dejándome elsentimiento?
Mira que escontradicción
que no cabe en unsujeto,
tanta muerte enuna vida,
tanto dolor en unmuerto.
Mas ya que espreciso, ¡ay triste!,
en mi infelizsuceso,
ni vivir con laesperanza,
ni morir con eltormento,
dame algúnconsuelo tú
en el dolor quepadezco;
y quien en elsuyo muere,
viva siquiera entu pecho.
No te olvides quete adoro,
y sírvante derecuerdo
las finezas queme debes,
si no las prendasque tengo.
Acuérdate que miamor,
haciendo gala deriesgo,
sólo poratropellarlo
se alegraba detenerlo.
Y si mi amor noes bastante,
el tuyo mismo teacuerdo,
que no es pocoempeño haber
empezado ya enempeño.
Acuérdate, señormío,
de tus nobles juramentos;
y lo que juró laboca
no lo desmientantus hechos.
Y perdona si entemer
mi agravio, mibien, te ofendo,
que no es dolor,el dolor
que se contieneatento.
Y adiós; que conel ahogo
que me embargalos alientos,
ni sé ya lo quete digo
ni lo que teescribo leo.
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